Hola, buen día!
No sé cómo empezar, pero me sentí muy identificada con este correo. Porque de alguna forma estoy en la situación que tú describes.
Yo tengo una mestiza de casi 10 meses y en los paseos siempre está jaloneando, hay veces que se calma pero cuando pasan personas a nuestro alrededor es cuando más jala o busca ladrar a la gente (no a todos) o busca como empujar con el hocico, yo trato de corregir ese comportamiento pero es un poco complicado, siempre la llevo con bozal para evitar cualquier accidente.
Con los perros o gatos no ha mostrado reactividad con la mayoría de los que se ha encontrado, de hecho a veces se asusta o le generan desconfianza y busca esconderse. Me gustaría darle cuerda para que vaya sin jalar pero la zona donde vivo es muy transitada, y siempre trato de darle los paseos de noche porque baja la cantidad de personas, por mi horario de trabajo y por el calor.
A lo que voy. ¿Qué me recomiendas para reducir el jaloneo y evitar que se le lance a las personas mientras vamos caminando entre multitudes?
Mi olfato después de chorrocientos casos de perros tratados, es que seguramente esta perrita sienta miedo en estas ocasiones en las que tira de la corre, ladra o incluso da con el hocico. Esto sin un análisis del caso que incluya vídeos de estas situaciones no se puede corroborar, pero apostaría dinero a que es así.
¿Qué pasa cuando un perro siente miedo?
Resumiendo mucho, el miedo surge cuando estamos ante un peligro para que huyamos o nos enfrentemos a él (y en algunos casos puede paralizar al individuo). Algunos perros optarán por intentar huir, como parece que hace esta perrita con perros y gatos, que busca esconderse, y en otros casos el perro optará por una opción conductual de enfrentarse, como ladrar.
¿Por qué estira de la correa? Aquí me falta información, pues no sé si estira para salir de la situación o para «enfrentarse» a esto que le da miedo. Es decir, si por ejemplo aparece un coche que le da miedo, si está estirando para abalanzarse y ladrar o para alejarse y huir. En cualquiera de los casos, es el miedo el que activa el cuerpo para una de las dos cosas.
Y con esta activación fisiológica para afrontar estas situaciones peligrosas, hace la aparición nuestro querido estrés. El problema es que el estrés prepara al organismo en cuestión de segundos para afrontar el peligro pero, una vez pasado, tarda horas o incluso días en que el organismo vuelva a su estado de tranquilidad.
En este caso, que la perra se está enfrentando una y otra vez a esta situación, así que no solo es el miedo que siente en esos momentos, sino la ansiedad constante de saber que hoy, esta tarde, mañana, va a salir. Y tanto el miedo como la ansiedad conlleva un estrés, seguramente alto en este caso.
Además esta perra tiene tan solo 10 meses, por lo que es un individuo en pleno desarrollo al que, seguramente, está afectando este estrés de una forma que podría tener consecuencias permanentes en un futuro. Porque si un organismo se desarrolla en un ambiente de estrés, su sistema de gestión del estrés se forma de acuerdo a este ambiente en el que vive y en un futuro influirá en la forma que tiene de enfrentarse a las nuevas situaciones o de gestionar los conflictos que aparezcan.
Todo esto sin ignorar que el bienestar que pueda sentir esta perrita en su día a día intuyo que estará muy mermado por esta circunstancia. Si para los perros el rato que salen de casa es su momento de disfrute, ¿qué ocurre cuando ese rato es el infierno?
¿Cómo abordar esto?
- Disminuir el estrés que tenga esta perra para ganar bienestar y que pueda gestionar mejor esas situaciones.
- Buscar alternativas de rutinas para evitar exponerla a situaciones que la superan y no puede gestionar.
- Ayudarla a gestionar de una forma más saludable las situaciones.
Y entrando en más detalles.
La idea es no exponer a la perra a situaciones que no puede gestionar, y para ello se buscan alternativas cambiando horarios de paseo, alterando al duración (a veces se acortan, otras se alargan, otras se dan más paseos) o probando otros horarios.
Aquí no hay recomendación genérica. A través de vídeos se localizan los elementos que generan más miedo, las conductas que hace el individuo para gestionarlos, cómo sale de casa (esto nos ayuda a ver la predisposición que tiene hacia el entorno), cómo vuelve del paseo… y con toda esta información se hace una propuesta a medida para ese perro, teniendo en cuenta la disponibilidad y preferencias de las personas que le van a pasear.
Esto no es un cambio permanente, se trata de dar un respiro a esta perra y que empiece a asociar salir a la calle con una experiencia tranquila que no suponga encima un aumento del estrés y empeore la situación.
También en esta línea, se integran algunas propuestas que ayudan a relajarse, revisando los lugares de descanso en casa, los tiempos, y proporcionándole alternativas para la descarga del estrés (juego, masticables…). Esto como te imaginarás dependerá del individuo, y es a través de una charla con la familia, a veces pidiendo algunos vídeos determinados de cuando está en casa, podemos establecer una propuesta que sea realmente eficaz.
Y ¡ojo!, que no empeore el problema. Porque no se trata de poner a todos los perros con la manta olfativa, con el masticable que le «encanta» al perro de la vecina o a olfatear 20 minutos al día. Cuidado que probar cosas por nuestra cuenta y riesgo puede generar muchos problemas.
De hecho, cualquiera de estos cambios que se realizan lleva un seguimiento asociado para comprobar el impacto que están teniendo en el perro y ajustar en caso necesario. De ahí que las asesorías conmigo tengan 1 semana de seguimiento con posibilidad de ampliar más ese seguimiento si la familia lo necesita.
Y en la parte de gestión de las situaciones, nunca se corrige el comportamiento. Porque hay que diferenciar cuando es un comportamiento voluntario a cuando es un comportamiento generado por una emoción. Pues con las emociones no funciona el conductismo, es decir, si tú tienes mucho miedo porque hay una serpiente en el cuarto, por mucho que te obliguen a sentarte o quedarte quieto no se te va a pasar el miedo. De hecho el miedo seguramente aumente al quedarte quieto.
Tampoco se trabaja a base de salchichas. Es cierto que hay una asociación negativa a esos estímulos, pero si hay una serpiente en el cuarto, por mucho que te den un helado Magnum tras otro no se te va a pasar el miedo.
¿Cómo trabajarlo entonces?
Aumentando la capacidad de gestión del individuo en estas situaciones de dos maneras:
- A través de propuestas educativas adaptadas al individuo, se aumenta su capacidad de gestión de estas situaciones.
- En las situaciones, se le ofrecen alternativas de conducta mucho más beneficiosas.
Por ejemplo, se pueden realizar juegos de olfato o proporcionar masticables de tal forma que el individuo se encuentra con una pequeña dificultad pero es capaz de solucionarla por sí mismo. Esto hace que gane seguridad en sí mismo, se empodere, trabaje su autocontrol, su capacidad de pensar antes de actuar… y todo ello impactará de forma positiva cuando se encuentre en una situación de miedo real.
Y en esas situaciones de miedo en la calle donde el perro tiene problemas, se enseña a las personas a gestionarlas de forma diferente. Esto se plantea en función a los vídeos que se analizan y en línea con las preferencias del individuo. Es decir, no hay una forma exacta de gestionarla, sino que cada perro, cada situación y cada persona es diferente y se trata de buscar la manera más eficaz para ello.
El perro, cuando vea que puede hacer «otra cosa» en esas circunstancias, empezará a escoger esa solución por sí mismo. Y esto hará que no sienta tanto miedo, pues ahora sabrá que tiene la capacidad de gestionar eso de forma saludable. Que puede hacerlo.
Así que a la pregunta sobre «¿Qué me recomiendas para reducir el jaloneo y evitar que se le lance a las personas mientras vamos caminando entre multitudes?», la respuesta es clara: buscar ayuda profesional y no dejar aumentar el problema.